La Entrada triunfal de Maximiliano y Carlota a la ciudad de México, En 1862.
Las principales batallas entre las fuerzas liberales e imperiales terminaron con el fusilamiento del emperador en el Cerro de las Campanas en Querétaro.
Antonio López de Santa Anna.
Después de la independencia, los nuevos estados se organizaron a partir de las divisiones político-administrativas, heredadas de la época colonial. Las antiguas colonias alcanzaron al estatus de la república e iniciaron el ejercicio de la vida independiente en medio de una crisis económica y en la inestabilidad política generadas por las luchas internas entre los sectores liberales, los conservadores y el poder de la iglesia
El fenómeno del caudillismo que vivieron los países latinoamericanos en la primera mitad del siglo XIX se caracterizó por la influencia de los jefes militares y regionales de la vida política de las nuevas repúblicas.
El Caudillismo no tenía una ideología definida, fue más bien un modo de combatir la división y la inestabilidad política, heredadas de las guerras de independencia, que afectó a las nacientes Repúblicas. Los caudillos evitaron el desarrollo de fuerzas que desunieran las nuevas naciones.
El Caudillismo no tenía una ideología definida, fue más bien un modo de combatir la división y la inestabilidad política, heredadas de las guerras de independencia, que afectó a las nacientes Repúblicas. Los caudillos evitaron el desarrollo de fuerzas que desunieran las nuevas naciones.
Los primeros caudillos fueron próceres de la independencia que tuvieron un amplio respaldo de todos los sectores sociales. Entre ellos se destacaron Simón Bolívar, Jose de San Martín, Bernardo O'Higgins, Jose Antonio Paez, Jose Gervasio Artigas, Juan Manuel de Rosas, Antonio López de Santa Anna, entre otros. Algunas de las características del caudillismo fueron:
Algunos gobernantes representaron momentos de retroceso en el desarrollo político de las nuevas naciones pues derogaron constituciones o la adaptaron a su antojo, con la finalidad de perpetuarse en el poder. Como los caudillos y los dictadores, américa latina vivió una época de gran inestabilidad política que duró casi todo el siglo XIX.